Influencia de la Nutrición en el desarrollo y rendimiento de los estudiantes
El proceso enseñanza-aprendizaje está condicionado por múltiples factores dependientes del educador, de la familia y del Sistema Educacional, los cuales estarían afectando la matrícula, la asistencia y, en último término, el rendimiento y deserción escolar (Ivanovic & Ivanovic, 1988).
Al respecto, la desnutrición acaecida durante los primeros años de vida puede retardar el crecimiento del niño; no obstante dicho crecimiento continúa hasta los 18 años, los efectos de la malnutrición podrían aminorarse proveyendo una buena nutrición. Hay, sin embargo, una notable excepción, la cual es el cerebro y en general todo el sistema nervioso.
Los primeros dos años de vida no sólo corresponden al de máximo crecimiento, sino que al final del primer año de vida se alcanza el 70% del peso del cerebro adulto, constituyendo también, casi el período total de crecimiento de este órgano. De ahí es que la desnutrición infantil y la subalimentación crónica podrían ocasionar un retraso en el crecimiento cerebral, reducción de su tamaño y el consecuente menor desarrollo intelectual (Stoch & Smythe, 1963).
Estos aspectos son de trascendental importancia para la educación, ya que resultados previos de recientes investigaciones han confirmado que la circunferencia craneana es el parámetro antropométrico de mayor relevancia para el proceso educativo y cuyo impacto en el rendimiento escolar va aumentando a medida que ascendemos en el Sistema Educacional.
De esta forma en escolares que ingresa en la educación media, es el único parámetro antropométrico que se asocia directa y significativamente al rendimiento escolar, constatándose que un alto porcentaje de los escolares que obtienen bajos puntajes en la Prueba de Aptitud Académica (PAA) presentan circunferencia craneana subóptima, al mismo tiempo que una muy baja capacidad intelectual (Ivanovic y cols., 1996).
A diferencia de la circunferencia craneana, el peso y la estatura, disminuyen su impacto en el rendimiento escolar, a medida que ascendemos en el Sistema Educacional.
No obstante, en todos los estratos socioeconómicos y en todos los cursos estudiados, los escolares desnutridos, con retraso de crecimiento y con circunferencia craneana subóptima, presentaron un significativo menor rendimiento escolar, con excepción de los escolares de IV Año Medio, en que como se señaló, sólo la circunferencia craneana se asoció directa y significativamente al rendimiento escolar en todos los estratos socioeconómicos.
Más aún, la selectividad en el Sistema Educacional no está dada por el impacto del peso de la talla, ya que los escolares desnutridos y con retraso en el crecimiento aumentan significativamente, a medida que ascendemos en el Sistema Educacional.
Este hecho contrasta con el observado en relación a la circunferencia craneana, ya que se observa que ingresan a I Año Básico un 59% de niños con circunferencia craneana subóptima, porcentaje que se reduce a un 40% en los escolares de IV Año Medio.
De esta forma, la selectividad del Sistema Educacional se produciría a expensas de la circunferencia craneana, ya que por ende, ingresarían al sistema un 41% de escolares con circunferencia craneana óptima o superior, cifra que asciende significativamente a 60% en los escolares de IV Año Medio.
Hallazgos a nivel internacional han confirmado que el coeficiente intelectual se asociaría directa y significativamente al desarrollo cerebral (Willerman y cols., 1991); al respecto, mediante Resonancia Magnética por Imágenes, han obtenido una correlación directa y significativa entre el coeficiente intelectual y el tamaño cerebral de alumnos que ingresan a la Universidad.
Los autores concluyen que un cerebro más grande, probablemente implica un mayor número de neuronas en la corteza cerebral, a la vez que se observó una mayor delimitación de las áreas de sustancia blanca, la que indicaría una mejor mielinización, la cual favorecería una conducción neuronal más eficiente.
Además, se observó que los cerebros de los estudiantes con bajo coeficiente intelectual tienden a tener la apariencia del de una persona en pleno período de envejecimiento, etapa que involucra un deterioro progresivo de la mielina de las fibras nerviosas. De la misma forma, se ha verificado que la inteligencia es uno de los parámetros que mejor predice el rendimiento escolar (Ivanovic, 1988).
La medición de la circunferencia craneana ha sido descrita como buen indicador indirecto del desarrollo cerebral; por otra parte, la circunferencia craneana se ha encontrado asociada a la inadecuación nutricional en los primeros años de vida, o sea, el período postnatal de rápido crecimiento cerebral (Rumsey & Rapoport, 1983; Johnston & Lampl, 1984).
Por esta razón, siempre se la ha considerado como un indicador de la historia nutricional. Como se mencionó previamente, la desnutrición sufrida durante las primeras etapas de la vida puede provocar alguna reducción en el tamaño corporal, pero como el crecimiento continúa hasta los 18 años de vida, al proporcionar una nutrición adecuada, los efectos pueden disminuirse.
En otro contexto, la malnutrición acaecida a edad temprana reduce la tasa de división celular en el cerebro, reduciendo la mielinización, la concentración de proteínas y el contenido de ADN y ARN, observándose una estrecha correlación entre la circunferencia craneana y el crecimiento cerebral (Winick, 1975).
Más aún, se ha descrito que estos eventos provocarían una disminución de la capacidad intelectual, en donde las condiciones nutricionales y ambientales son inseparables (Stoch & Smythe, 1963, 1967, 1976).
Se ha descrito que el cuerpo calloso es la mayor área de fibras que conecta los hemisferios cerebrales en los mamíferos placentarios y, a la vez, es bien conocido que la restricción nutricional durante la gestación de la rata afecta el crecimiento del cuerpo calloso, alterando la asimetría cerebral, las respuestas de la corteza cerebral, al mismo tiempo que el peso del cerebro disminuiría significativamente, en comparación con ratas normales (Ruiz y cols., 1985; Aboitiz, 1992; Soto-Moyano y cols, 1993).
Por otra parte, existen investigaciones que han señalado que el tamaño cerebral ha sido vinculado a los requerimientos energéticos, lo que hace posible mirar el patrón de encefalización como un factor en la evolución de la alimentación humana y de las estrategias dietéticas.
Es así como la evolución de los homínidos está marcada por un significativo incremento en el tamaño cerebral. Al respecto, se ha calculado que los niños actuales tienen un requerimiento energético aproximadamente 9% mayor que monos de su misma edad, debido a sus cerebros más grandes (Foley & Lee, 1991).
IMPACTO DE LA NUTRICIÓN EN EL RENDIMIENTO ESCOLAR
Desde hace 20 años se observa que el rendimiento escolar; junto con la asociación de factores socioeconómicos, socioculturales, psicológicos y del sistema educacional, se vincula a la historia nutricional del niño y; dentro de esta historia, el parámetro que contribuye a explicar el rendimiento escolar es la circunferencia craneana, indicador de historia nutricional y de desarrollo cerebral, explica Daniza Ivanovic.
¿Cuál es el impacto real de la situación alimentaria y nutricional del niño en el proceso enseñanza aprendizaje? La Dra. Daniza Ivanovic concluyó recientemente una investigación iniciada en 1996, con la colaboración de un equipo multidisciplinario, para determinar el impacto de la situación alimentaria en el rendimientos escolar.
Daniza Ivanovic, profesora de Biología y magister en Planificación, Alimentación y Nutrición, ha estado desarrollando desde 1980 una línea de investigación acerca de la situación alimentaria y nutricional del educando y de su impacto en el proceso de enseñanza aprendizaje. Un equipo multiprofesional, profesores, psicólogos, médicos, sociólogos, nutricionistas trabajó en colaboración con la Universidad Católica de Valparaíso, Clínica Alemana de Santiago y el Ministerio de Educación.
Desde hace 20 años el INTA observa que el rendimiento escolar, junto con asociarse a factores socioeconómicos, sociológicos y psicológicos y del sistema educacional, se asocia a la historia nutricional del niño y dentro de esta historia, el parámetro que contribuye mayor mente a explicar el rendimiento escolar es la circunferencia craneana. Este es un indicador de historia nutricional y de desarrollo cerebral.
Así, los niños con menor rendimiento intelectual tienen menor circunferencia craneana, según se verificó en una muestra de 4.500 niños de la Región Metropolitana, ya en los años 1986 y 1987.
De allí que en 1996 se inició en el INTA un proyecto de gran envergadura, tendiente a demostrar la interrelación entre circunferencia craneana, desarrollo cerebral medido por RMI, inteligencia y rendimiento escolar en alumnos que egresan de Cuarto Medio del sistema educacional, en los cuales los procesos de crecimiento y desarrollo están ya consolidados.
Se encontró una alta correlación (r = 0.84 p< 0.0001) entre la circunferencia craneana y el volumen encefálico. ¿Por qué inteligencia? Se ha observado que de todos los factores, la inteligencia es la que más contribuye a explicar el rendimiento escolar del niño. Otros son saneamiento ambiental, vivienda, infraestructura educacional, nivel educacional de los padres, ocupación de los padres.
Los niños que obtienen alto rendimiento escolar tienen un CI más alto, mayor volumen encefálico y sus padres, especialmente sus madres, tienen mayor coeficiente intelectual. La situación nutricional, especialmente durante el período prenatal y durante el primer año de vida también cuenta de manera significativa. Las variables que impactan en el CI del niño, en orden de importancia, son: CI de la madre, volumen encefálico, nivel socioeconómico y condiciones de nutrición en el primer año de vida.
No obstante, el rendimiento escolar y el resultado en la PM se ve afectado fundamentalmente por el CI, el cual por sí solo explica más del 80 por ciento del rendimiento académico del alumno en la PAA.
[blockquote font=»1″]La Dra. Ivanovic destaca lo trascendente del rol de la madre. En los niños de nivel alto, los cuales no han sufrido desnutrición, las variables que más impactan son el CI de la madre y el volumen encefálico. En los niños de clase baja son las mismas, pero incide también la malnutrición acaecida en el período prenatal o durante el primer año de vida. [/blockquote]
Lo más interesante del estudio es que no hay diferencias significativas en el volumen encefálico de los escolares con alto CI, con respecto al nivel socioeconómico. Ambos tienen un volumen encefálico similar. y la misma explicación válida para los niños con bajo CI, los cuales tienen menor volumen encefálico, independientemente de su nivel socioeconómico.
Al comparar el volumen encefálico de niños de estratos socioeconómicos bajos y con desnutrición en el primer año de vida, se observaron diferencias en hombres y en mujeres. Hombres bien nutridos: 1.555 cc Hombres mal nutridos: 1.360 cc Mujeres bien nutridas: 1.440 cc mujeres mal nutridas: 1.340 cc Los niños desnutridos tienen un año de retraso escolar y su rendimiento en PAA es de 380 puntos contra 600, nivel normal.
(Actualmente en Chile, el 2 por ciento de la población presenta niveles importantes de desnutrición). Los niños desnutridos muestran 25 puntos menos de CI, es decir, 85 contra 110. y su rendimiento escolar es un tercio del rendimiento escolar normal.
La profesora Ivanovic destaca que los resultados de su investigación pueden ser útiles para la formulación de políticas nutricionales y educacionales, al poner de manifiesto que la prevención de la desnutrición educando principalmente a la madre y a las futuras madres puede tener un claro beneficio económico para aumentar la productividad y, en definitiva, la calidad de vida de los chilenos. Pero ningún cambio sustantivo va a lograrse en la calidad de la educación, ni en Chile ni en otros países, si no hay cambios trascendentes en todos los sectores implicados a diaria a nivel nacional.
Alimentos que tienen Influencia de la Nutrición en el desarrollo y rendimiento de los estudiantes
EL DESAYUNO: VITAL PARA UN ÓPTIMO DESEMPEÑO ESCOLAR
Desayuna como un rey, come como un principe y cena como un mendigo
Todos sabemos que una alimentación nutritiva y saludable es clave para una vida sana. Las investigaciones en las décadas pasadas muestran que el consumo del desayuno mejora la calidad de la dieta total y la ingesta de nutrientes.
Nueva evidencia confirma estudios previos que indican que la omisión del desayuno puede ser dañina para la función cognoscitiva y el rendimiento académico de los niños. La mayoría de los niños que no desayunan por lo general no recuperan los nutrientes en otras comidas en el día y pueden tener alteradas funciones muy importantes para el rendimiento escolar.
El primer alimento del día ha sido promovido por largo tiempo como la manera saludable de comenzar el día. Lo que puede haber comenzado como una declaración anecdótica es ahora el fundamento de muchas investigaciones científicas.
El desayuno es la comida más importante del día, ya que reconstituye las reservas de energía utilizadas durante la noche, esto significa romper con un ayuno de 8 a 12 horas. Además, ayuda a restablecer las funciones del aparato digestivo y a acelerar el metabolismo.
[button background=»#2def6e»]Cuando el desayuno se omite, el cuerpo tiene que utilizar fuentes internas de energía y nutrientes, lo cual conduce a cambios metabólicos que pueden afectar la función normal del organismo.[/button]
Cuando el desayuno se omite, el cuerpo tiene que utilizar fuentes internas de energía y nutrientes, lo cual conduce a cambios metabólicos que pueden afectar la función normal del organismo.
La función cerebral puede ser más vulnerable en dos períodos del ciclo vital: en niños cuyos procesos cognoscitivos están en proceso de maduración y en adultos mayores cuyos procesos cognoscitivos están en declive. La omisión del desayuno afecta selectivamente ciertas habilidades en la cognición, especialmente las relacionadas con la memoria de trabajo.
Algunas de las conclusiones de varios trabajos científicos bien controlados indican que omitir el desayuno puede ser costoso, particularmente para los niños. Los niños que omiten el desayuno no son tan eficientes en la selección de información crítica para solucionar problemas en comparación con sus compañeros que si toman el desayuno.
La habilidad para recordar y utilizar información recién adquirida, fluidez verbal y control de la atención son las funciones principalmente afectadas. Tanto niños bien nutridos como niños desnutridos experimentan estos efectos.
El consumo de un desayuno completo y balanceado es un hábito que promete una vida saludable. Como profesionales de la salud, tenemos la responsabilidad de enviar el mensaje a todos los padres para que se aseguren que sus niños consuman un desayuno nutritivo todos los días, en la escuela o en la casa. Esa es una de las mayores contribuciones que pueden hacer a la salud, bienestar y éxito académico de sus niños.
Pocas veces tenemos en nuestras manos una solución tan sencilla que pueda tener un impacto tan importante en tantos problemas que afectan a miles de niños en nuestros hogares, nuestras escuelas y nuestras comunidades.
El debate acerca del desayuno y su importancia ha tomado relevancia en la última década y es bueno que así sea porque de las 4 a 6 comidas en las que el hombre divide su ingesta diaria, el desayuno ha demostrado ser la más inconstante.
Curiosamente, no hay nadie que finalmente no desayune. La palabra desayuno implica tanto en su versión anglosajona como latina romper el ayuno nocturno, e inevitablemente en algún momento finalmente se ingiere algún alimento que pone fin a los mecanismos adaptativos fisiológicos que se ponen en marcha para abastecer a los procesos metabólicos durante la pausa nocturna.
Por esta razón y parafraseando a Hamlet quizás la cuestión no sea «desayunar o no desayunar» sino, más bien en qué momento se permite que la glucosa post-absortiva reemplace a la provisión de glucosa endógena proveniente en su mayor parte de la glucogenólisis hepática.
Si la primera comida tiene lugar cuando las demandas de energía y de nutrientes se han elevado como consecuencia de la actividad de vigilia, es probable que la demora en hacer este «switch» metabólico pueda alterar ciertos mecanismos fisiológicos y finalmente comprometer conductas, habilidades o significar un mayor riesgo para la salud.
En consecuencia, la diferencia entre un hábito saludable y una necesidad fisiológica estriba en demostrar en qué medida se comprometen en forma objetiva procesos y funciones biológicas que impliquen una disminución del rendimiento, tanto en el área física como en la mental.
La influencia cultural en el hábito del desayuno es innegable y existen notables diferencias tanto en el tipo de alimentos que lo componen, como en su composición nutricional, y el significado que se le asigna. Mientras en algunas culturas el desayuno representa la ingesta de mayor importancia a lo largo del día, en otras se le considera una comida opcional habitualmente compuesta por alimentos sencillos y de rápida preparación.
Los alimentos que componen el desayuno son de lenta transculturalización y relativamente homogéneos en cada región. A pesar de esta gran variabilidad, todas las culturas desayunan por la mañana.
Es decir, culturalmente se acepta la necesidad de comenzar el día ingiriendo alimentos. Discriminar entre un hábito culturalmente saludable y una necesidad fisiológica reviste importantísimas consecuencias prácticas no sólo para las familias que complacientemente permiten que sus hijos omitan el desayuno sino también para los programas alimentarios destinados no a quienes «no quieren» sino más bien, a quienes por limitaciones sociales y económicas «no pueden» desayunar.
En la mayor parte de nuestros países, una de las estrategias de asistencia alimentaria más efectivas se basa en los programas de comedores escolares y por lo tanto decidir si la asignación de los usualmente escasos recursos se dirigen a un programa de almuerzo o de desayuno, puede tener trascendentes consecuencias.
No solamente porque los programas de desayuno implican una implementación y una logística habitualmente más sencillas sino porque si se demuestra que un desayuno puede significar un aumento en el aprovechamiento de la jornada escolar existiría una razón adicional para el sostén político y económico de estos programas.
En este sentido, además del aporte alimentario podría considerarse que los programas de desayuno actúan sinérgicamente con el proceso educativo, permitiendo un mejor aprovechamiento de la inversión económica en educación.
En este sentido los mecanismos mediante los cuales los programas de desayuno escolar pueden mejorar el desempeño escolar son cuatro:
- Porque promueven una condición metabólica más favorable para el aprendizaje.
- Porque permiten corregir deficiencias nutricionales (especialmente de micronutrientes) que afecten el desempeño intelectual.
- Porque contribuyen a evitar el desgranamiento de la matrícula escolar logrando una mayor permanencia de los niños en el sistema educativo.
- Porque promueven una mejor interacción entre las escuelas y la comunidad educativa
NO DESAYUNAR: IMPLICACIONES
Ernesto Pollit, un investigador que ha dedicado gran parte de su trayectoria a estudiar la interfase entre la nutrición y el desempeño mental ha realizado recientemente una excelente revisión de los 16 estudios publicados sobre el efecto a corto plazo del desayuno sobre distintas funciones cognitivas superiores y al que se ha incorporado un estudio de nuestro grupo que se comentará con mayor profundidad.
Del total de 17 estudios analizados críticamente por Pollit, explorando los efectos a corto plazo del desayuno y a pesar de las diferencias metodológicas y de las dificultades inherentes de estudiar variaciones que se manifiestan dentro del rango fisiológico y con gran variabilidad puede observarse una mejoría consistente en 12 de los 17 estudios. En términos generales puede concluirse que el proceso de atención es vulnerable al ayuno prolongado
Todos los estudios realizados en niños bien nutridos y en niños con distintos grados de compromiso nutricional evalúan los efectos del ayuno y desayuno a corto plazo. Es decir, que el perfil metabólico que se presenta en el ayuno (disminución de la glucemia, aumento de ácidos orgánicos, disminución de la relación insulina/glucagón interfiere en ciertos procesos mentales, especialmente relacionados con la atención y el procesamiento de información.
Es necesario recordar que a diferencia de otros órganos, el cerebro (en condiciones normales) solamente es capaz de obtener su energía de la oxidación aeróbica de la glucosa y a pesar de que su masa representa menos del 2% del peso corporal su demanda de energía supera el 20% de la tasa metabólica basal. Durante la noche, a pesar de que el gasto energético disminuye alrededor de un 30-50% a expensas de la disminución de la actividad física y del estado de alerta, nuestro organismo continua utilizando energía para el sostén de la denominada tasa metabólica basal.
Mientras algunos órganos pueden utilizar indistintamente distintos substratos, el cerebro requiere de la provisión exclusiva de glucosa. Una vez agotada la energía aportada por la cena (suponiendo que ha sido adecuada y completa) disminuye progresivamente la relación insulina/glucagón permitiendo la hidrólisis del glucógeno hepático y favoreciendo la lipólisis y oxidación de grasas.
La glucemia paulatinamente desciende dentro del rango fisiológico y con el comienzo de la vigilia se incrementa el gasto energético, así como la actividad de la corteza cerebral que caracteriza el estado de alerta diurno.
En condiciones normales el desayuno aporta los substratos que permiten el aumento de la glucemia para el cerebro y otros órganos. En este sentido, debe considerarse a la glucemia como un indicador del perfil metabólico (tanto de la condición post-absortiva como de ayuno) que en realidad involucra a cientos de procesos hormonales y enzimáticos muy complejos. Si el ayuno se prolonga, la barrera hémato-encefálica se hace permeable a los cuerpos cetónicos permitiendo que sean utilizados como un substrato alternativo de oxidación.
Esta adaptación se produce ante ayunos que se prolongan usualmente más allá de las 24 horas y permite la supervivencia a expensas de la utilización de las reservas de grasa corporal.
Existe un período crítico entre la finalización del ayuno nocturno (10 a 12 horas) y el inicio de la vigilia en el cual existe una disminución de la glucemia por falta de aporte y consumo de las reservas endógenas de glucógeno cuando aun no existe una adaptación del sistema nervioso central para utilizar substratos alternativos.
La evidencia disponible es consistente en demostrar que este perfil de ayuno (caracterizado entre otros fenómenos por el descenso de la glucemia) interfiere en algunos procesos mentales y en la actividad física.
LOS NIÑOS SON MÁS SENSIBLES AL AYUNO
Probablemente porque tienen un cerebro proporcionalmente más grande que el de un adulto y porque las 100.000 millones de neuronas que lo componen tienen en términos relativos un mayor consumo de glucosa.
Mientras que un recién nacido de 3.2 Kg. tiene un cerebro de 400 g (es decir, que representa el 12.5% de la masa corporal total) el peso del cerebro de un adulto de 70 Kg. es de 1400 g (es decir, 2.7% de la masa corporal). En forma similar, la utilización de glucosa del cerebro de un niño que inicia la escolaridad es de alrededor de 680 mg/Kg./día lo que representa alrededor de 4 veces más la necesidad energética del cerebro de un adulto.
Un segundo mecanismo por el cual el desayuno especialmente, pero no exclusivamente el que forma parte de los programas escolares puede afectar el desempeño de los niños es mediante la corrección de carencias de micronutrientes que puedan interferir con el proceso de aprendizaje.
Por su extensión en la Región, su bajo costo comparativo con otras formas de asistencia y su elevada focalización en los niños, los programas de desayuno constituyen una herramienta obvia para implementar fortificaciones efectivas que corrijan deficiencias prevalentes.
Entre las carencias que adquieren importancia epidemiológica en América Latina se destacan la deficiencia de hierro, zinc, yodo y vitamina A. De ellas probablemente la que tenga una relación más directa y causal sea la de yodo que es causa de cretinismo y severo retraso mental.
El hierro y el zinc actúan mediante mecanismos sutiles comprometiendo el funcionamiento cerebral y la atención mientras que la vitamina A (así como también hierro y zinc) ha demostrado disminuir la incidencia de recurrencias infecciosas que contribuyen al absentismo y al menor aprovechamiento de la escolaridad en su conjunto.
Estudio realizado por el Dr. Esteban Carmuega, Médico principal del Servicio de Nutrición del Hospital de Pediatria J.P. Garrahan, Buenos Aires, Argentina.
REQUISITOS NUTRICIONALES EN EL NIÑO
El alimento nutre la vida del niño en cada una de sus diferentes épocas del desarrollo: lactancia, preescolar, escolar y adolescente.
Los padres y los cuidadores, haciendo elecciones dietéticas, pueden favorecer su óptimo crecimiento, aunque las experiencias personales con el alimento, integran y orientan al niño en otras vertientes como son los aspectos sociales, emocionales y psicológicos de su vida.
Cualquiera que sea la edad, el niño necesita los mismos nutrientes que el adulto, tan solo cambian las cantidades y las proporciones. Como todo ser humano, tiene que ingresar energía, pero siempre relativa a su tamaño corporal. Le agradan muchos alimentos de los adultos, pero, sin duda alguna, son diferentes la forma, el tamaño y las combinaciones a la hora de prepararlos.
Aunque muy relacionados por las edades y por consideraciones educacionales, sin embargo, en la exposición que sigue se considerarán dos grupos de niños que se encuentran en las primeras fases del aprendizaje académico: el preescolar y el escolar.
NIÑOS PREESCOLARES (2 A 5 AÑOS)
Niños de estas edades aceptan tan solo una serie limitada de comidas, y excluyen en ocasiones determinados alimentos de los que grupos fundamentales. Por ejemplo, algunos solo comen arroz, pasta, leche y queso, y rehusan cualquier otro alimento.
Este tipo de conducta es:
a) frecuente y habitualmente de corta duración en el tiempo,
b) aparenta corresponder a una dieta monótona, pero puede ser nutricionalmente adecuada,
c) no debe preocupar, a no ser que persista de forma prolongada en el tiempo.
Importa recordar que, como quiera que los niños pueden ellos mismos regular su ingesta energética para satisfacer sus necesidades, les es posible, instintivamente, elegir aquellos alimentos que proporcionen los nutrientes que necesitan, que sean capaces de digerirlos y de no causarles intolerancias.
Entre las edades de 2 a 5 años los niños deben, gradualmente, pasar a una dieta que aporte un 30% de la energía total en forma de grasa, constituyendo la saturada, un tercio de la misma. La dieta de un niño, que contenga menos del 30% de la energía procedente de los lípidos, puede no proporcionar suficientes calorías para el crecimiento. La ingesta adecuada, pero no excesiva en grasa, no incrementa los riesgos de enfermedad cardiovascular en años posteriores.
PRINCIPALES PROBLEMAS NUTRICIONALES DE LOS PREESCOLARES EN PAÍSES OCCIDENTALES
- Utilizando el índice de Alimentación Saludable se ha observado que aproximadamente el 75% de los preescolares necesitan mejorar su salud nutricional.
- La deficiencia de hierro es la más frecuente y de ello se deriva: anemia, crecimiento inadecuado y retraso de la maduración cognitiva y del lenguaje.
- La ingesta inadecuada de fibra y de líquidos puede conducir a estreñimiento. Las recomendaciones, en cuanto a gramos de fibra al día, se basan en utilizar la siguiente fórmula: edad del niño en años + 5.
- Las recomendaciones de líquidos son de unos 1200 ml. para los preescolares, que van aumentando hasta 2200 ml para los adolescentes.
- La excesiva ingesta de dulces y de snacks puede contribuir al desarrollo de caries dental.
- En países subdesarrollados la carencia de vitamina A es una de las principales e importante deficiencias vitamínicas.
- Con la masiva incorporación de la mujer al trabajo fuera del hogar, son muchos los padres que apenas ven a sus hijos durante el día. Ello hace que algunos carguen a los centros escolares con la responsabilidad de que los niños aprendan lo que deben comer.
- Cuando regresan a casa, resulta muy difícil para algunos padres persuadir a sus hijos de que tomen verdura, ensalada, legumbre, pescado o fruta, alimentos, tan imprescindibles para una dieta equilibrada, rechazados con frecuencia por muchos. La mayoría consumen con agrado pastas, arroz, pollo, carne, frituras, lácteos y dulces.
[button style=»3d» color=»#151401″ background=»#e5d81d» background_hover=»#e5f1fe»]La realidad de los menús escolares es siempre mejorable, en unos lo es mucho más que en otros, pero los defectos graves en los menús pueden obedecer frecuentemente a circunstancias socioeconómicas y culturales. [/button]
NUTRIENTES IMPORTANTES
Son muchos los nutrientes importantes para el buen rendimiento escolar, entre ellos las vitaminas, especialmente las del grupo B (B1), las proteínas de alto valor biológico, para la elaboración de neurotransmisores, anticuerpos, etc, y otros nutrientes de los que solo citamos algunos como:
Acidos grasos Omega 3
Los omega 3 favorecen el desarrollo del cerebro, de la retina y de las capacidades de aprendizaje.
Alimentos que lo contienen: el salmón, la trucha, el atún y el arenque, semillas de lino
Hierro
Las células cerebrales también utilizan hierro para su funcionamiento en todas las edades y este mineral interviene en la función y síntesis de neurotransmisores.
Los alimentos que la contienen son: vísceras, carnes, hígado, yema de huevo, pescado, moluscos y mariscos y los cofactores necesarios para la buena utilización del hierro, como el cobre, zinc, vitamina C, vitaminas B9 y B12 que deberemos de obtener de un buen aporte de frutas, verduras y cereales.
La deficiencia de hierro disminuye el desarrollo intelectual, atención y la capacidad de aprendizaje
Esto se traduce en niños desanimados, con pocas ganas de explorar y por ende aprenden menos. Además, sus habilidades para las matemáticas y el lenguaje se ven afectadas, a veces, de manera permanente.
Yodo
Interviene en el correcto desarrollo cerebral del niño bebé.
Para garantizar un aporte de yodo adecuado:
• Consume pescado tres veces a la semana, como mínimo.
• Utiliza sal yodada para condimentar los alimentos.
Fuentes de yodo:
bacalao ,pescadilla, atún, sardina, sal yodada, además de productos lácteos, carne, huevo, frutas, vegetales, y en especial las algas.
Fósforo
Llamado comúnmente alimento del cerebro.
Forma parte de todas las membranas celulares sobre todo de los tejidos cerebrales.
Las fuentes de fósforo son todos los alimentos proteicos: carne, pollo, pescado, huevos, derivados lácteos, cereales, legumbres, algunas frutas y verduras.
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Bibliografía y fotos
Nutrición y Comportamiento (ed. Bellaterra)
Nutrición diagnóstico y tratamiento ed aergon
www.healthy-weight-loss-help.com
www.eduvida.org
http://eftorreblanca.blogspot.com.es/
http://eng-cs.syr.edu/research/artificial-intelligence
www.hoteldanubio.it
www.oronoticias.com.mx